Todos los finales de curso son emotivos, pero cuando terminas ciclo, se hacen un poco más tristes.
Aunque los seguirás viendo en el cole, ya no disfrutarás de ellos, de sus conversaciones, de su evolución, de sus abrazos, su cariño, sus cartitas alegrándote el día con sus te quiero, guapa... Pero sabemos que llega, inevitablemente, crecen.
Se les caen los dientes como aviso para que la seño se vaya haciendo el cuerpo a la despedida.
La última semana, la lágrima fácil no te la quita nadie. Los sentimientos están a flor de piel. Entre los papeleos que tenemos que rellenar, la preparación de la fiesta de fin de curso, los diplomas, las notas personalizadas una a una, los regalitos para ellos (que ya os contaré en otro post) y la fiesta con las familias con vídeo sorpresa, para que no sea la seño la única que llora... un cúmulo de preparativos que al viernes, llego agotada, con emociones encontradas:
Feliz por el cariño recibido, por los detalles que han tenido las madres conmigo, por cada palabra de satisfacción por mi trabajo,,,
Triste porque sólo me quedan 5 horas con ellos y volarán...