Después de una semana de período de adaptación, sin período de adaptación, solo con el primer día de horario flexible de 12 a 14... he de decir que ha ido mucho mejor de lo que me esperaba.
La sensación de seño-mamá pato, va mejorando día a día... cada vez son menos los que me persiguen a cada uno de mis desplazamientos por la clase.
La pena por separarse de sus familiares la van llevando cada vez mejor, a penas lloran los poquitos que lo hacían.
Aún hay que tener mil ojos con los escapistas despistados y los escapes por despiste...
La clase cada vez es más suya con sus nombres y fotos en perchas, bandejas, mesas, asamblea...
Vamos marcando una rutina adaptada a las necesidades del grupo y empezamos a ser felices.
Aunque alguno decía "seño yo no sabo escribir" cuando le propuse escribir su nombre y mamá y papá para el regalo sorpresa, yo lo leo claro.

Partimos de la etapa indiferencia pero con la clara intención de darles la oportunidad de escribir y expresarse por escrito siempre que lo necesiten. Mientras tanto yo seguiré disfrutando del paso de una etapa a otra, de besarles, achucharles, cogerles, escuchar su lengua de trapo y reírme con ellos y ellas.

Sí, ser maestra de niños y niñas de 3 años es agotador en muchas ocasiones y sobre todo los primeros días, pero recompensa cada uno de sus pequeños avances.

La primera semana ha sido mucho más fácil con el maestro José Miguel. Totalmente enseñanza de calidad.