Cuando abres las puertas de tu clase a toda persona que pueda aportar a nuestro aprendizaje, podemos vivir experiencias mágicas, sentir miedo, vergüenza, pena, alegría y emociones que no habíamos sentido antes.
Le pedí a mi amiga Rocío, si podía venir a contarles un cuento y así veían a una mujer muy embarazada. Me dijo que el viernes tendría a su bebé, así que quedamos el viernes de antes para no perder la oportunidad.
Después del cuento, les dije a los/as niños/as que ya que estaba aquí y estábamos aprendiendo cosas de bebés que la sacáramos y así la veíamos y la cuidábamos. Pero varios se me echaron encima diciéndome que noooo, alguno lloró de horror cuando me vio coger las tijeras... Menos mal que Rocío nos enseñó unas ecografías en 3D y pudimos ver a Blanca.
Todos/as los/as que se atrevieron tocaron su barriga. Rocío decía que era muy curioso la forma en la que cada uno/a la tocaba. Estaba el tímido que acercaba la punta de los dedos, el nervioso que tocaba rápido y se iba, la investigadora que tocaba con las dos manos y miraba hacia otro lado como si estuviera analizando lo que sentía, el que repetía, la que acariciaba...
Las seños en prácticas también disfrutaron de una nueva experiencia para ellas.
Y yo pude disfrutar de tocarla y abrazarla. Y desde aquí desearle mi enhorabuena, porque Blanca ya está con nosotros y ha tenido mucha suerte con la mamá y el papá que tiene.
Había que dejar constancia de la experiencia y en un momento con su foto de carnet y un cuerpo de una embarazada sacada de internet, montamos este soporte para estampar nuestra mano cómo habíamos hecho con la barriga real.